Frutos de la tierra

111.jpg11.jpgAún cuando vayas a lugares conocidos, a terruños queridos, terminas buscando elementos que te den seguridad. Viajar en carretera y encontrar la constelación de las Pleyades, o cubrirte con una gabardina verde, mientras vas y vienes sin siquiera entender qué fue lo que te motivó a hacer un viaje largo. Galicia es una tierra que provoca reacciones particulares por aquí dentro, es recuerdo, cariño, sentimiento, familia, y a la vez parece distante y cada vez más sorprendente. Esta vez, mientras aún me convenzo de amar el otoño más que a ninguna otra época del año por los colores, mirando el paisaje, tratando de comprender los manchones bermellos (rojos) en la tierra, y descubrir todas esas tonalidades entre verde oscuro, amarillo brillante, naranja, y algún que otro recuerdo de verdes brillantes, y sin otra cámara que la de mi memoria, me imagino qué sería de esta tierra si su gente no fuera tan de monte, aún en ciudades algo más industrializadas… Porque no se puede tener todo, y quizá la tierra sea como es porque la gente es como es, o más bien al revés, porque digan lo que digan a cada quien lo de cada cual, o al derecho. En esa ocasión no me olvido de los detalles de cómo es que te vendan en estos lares, sobre todo en tiendas pequeñas, en pueblos, y establecimientos propios… Porque lugar donde vayas, haz lo que vieres… eso me han dicho.

Es de llamar la atención que en verano, cuando hay más gente en los pueblos, las carnicerías no se molesten en pedir más carne para vender, porque mientras se venda lo mismo que todo el año, pues los que llegan para el verano se pueden ir a buscar las cosas a otro sitio… Vamos, conformismo como le llaman, pero en su máxima expresión. Si vas en busca de los recuerdos del bautizo, o la comunión del chamaco, uno que ha hecho algún que otro negocio al por mayor, estás acostumbrado a un precio particular para una compra pequeña, y otro algo preferencial en pedidos superiores, pero aquí, y por experiencia directa, comprar uno o cien es lo mismo, el mismo precio, porque el cliente… bueno el cliente es algo externo y particularmente poco interesante para el vendedor… A menos que se trate de la señora que tiene «la boutique» del pueblo, y logra enjaretarte lo que más le convenga al precio que se le antoje, porque al final el precio lo pone el vendedor, no la ley, y bien te puede decir que te rebaja dos pares de calcetines, y te los vende al mismo precio, porque no hay nada marcado, mientras te quiere vender un jersey a mitad de precio aunque no te quede, y ella lo haya aceptado…. Si el caso es vender, lo vayas a utilizar o no… Pero probablemente la gracia se encuentre más en el tipo de respuesta, que en el significado o la lógica de pensamiento, porque estoy convencida que no todos los días, cuando te quieres llevar todo de algo en una tienda, como por ejemplo todas las manzanas, te diga el vendedor que no porque «Si no, ¿después qué vendo?». Claro, si no tiene manzanas no puede venderlas, aunque tú se las compres todas… Y si les dices que les comprarías el negocio te dicen «¿Si te vendo el negocio, después qué vendo?» Claro si no tienes tienda, no tienes nada que vender, te quedas sin trabajo, ni nada… Que lógica tiene, pero esas respuestas curiosas… Esas son las que no tienen precio.

Total que una tierra que me parece una obra de arte, sobre todo ahora en lo que aún no es invierno pero tampoco es otoño, donde la tierra ya no se trabaja como antes porque «os novos» ahora se van a las ciudades y abandonan el pueblo prefieren el Mercedes al tractor amarillo, aunque el primero no sea un todo terreno y el segundo sea un convertible… Pero es parte del encanto que finalmente tiene su razón de ser… Supongo, o tengo esa esperanza. Y vale, y mucho, recoger la nueva campaña de un supermercado gallego, Gadis, que confirma el valor que tiene el ser gallego… y sino véanlo ustedes mismos. Si no pueden verlo vayan directo al LINK