Marcel Marceau, poeta del silencio

 

 

 

“El silencio no tiene límites,
para mí los límites los pone la palabra.”
Marcel Marceau, 1923-2007
Para tí que escribiste frases silenciosas en el espacio, una mariposa al aire, y en un minuto de silencio el regalo de una magia.
Marcel Marceau, una lágrima por tí…
Gracias.

*Do not the most moving moments of our lives find us without words?
*
I have designed my style pantomimes as white ink drawings on black backgrounds, so that man’s destiny appears as a thread lost in an endless labyrinth. I have tried to shed some gleams of light on the shadow of man startled by his anguish.

*
In silence and movement you can show the reflection of people.

*
It’s good to shut up sometimes.

*
Music and silence combine strongly because music is done with silence, and silence is full of music.

*
Music conveys moods and images. Even in opera, where plots deal with the structure of destiny, it’s music, not words, that provides power.

*
Never get a mime talking. He won’t stop.

*
To communicate through silence is a link between the thoughts of man.

*
What sculptors do is represent the essence of gesture. What is important in mime is attitude.

Cagada sonrisa

Las sonrisas son esas muecas que tornan los labios contra la gravedad, y en ocasiones dejan ver unas filas de dientes… Es curioso que mostrar así los dientes en el reino animal (porque así lo llamamos, coronando al león, y por algún motivo olvidamos que, nos guste o no, también somos plebeyos) sea signo de agresión, lucha, destreza y supervivencia… Claro, se supone que somos los únicos animales que poseen las fisonomía muscular para poder sonreír…

Soy una amante de los puntos suspensivos (…) y pronto jugaré a escribirlos en un cartel y utilizarlos en lugar de las sonrisas tan fuera de lugar… Y es que eso de sonreírle a un extraño abre puertas, en ocasiones, pero yo es que no entiendo algunas ocasiones. Con eso de que en cada momento me busca la excusa para encontrar un tema, debo reconocer que los baños públicos son excelentes para ello. No excluyo a los baños privados, pero son diferentes historias…

El intercambio de esa mueca antigravedad también se da en el baño, y no porque reconozcas a alguien, por mera cordialidad o porque algo te cause gracia, sino por uan vergüenza de desechos deshechos.

Entras al baño para darte cuenta de que hay una persona esperando ya. Te sonríe como si el compartir la espera y la vejiga impaciente fuera un secreto. Se abre un cubículo y tu acompañante te sonríe, como para desearte buena suerte en tu apretón de piernas mientras presume del privilegio de la liberación. En un tiempo que parece una eternidad desearías no haber esperado tanto en la mesa del rincón para que alguien terminara de matar un chiste por ir al baño. Disimulas tu vanidad para con el espejo, no vaya a ser que mientras rectificas el estado de tus nalgas alguien entre al baño, o salga del cubículo, y te descubra…

Por fin, se abre otro cubículo, una chica sale, bueno como que primero se asoma y te descubre expectante. Te sonríe… Esa sonrisa como de complicidad, porque ahora tendrán algo en común: utilizar el mismo baño… Pero también es una sonrisa de vergüenza, porque tú sabes lo que hizo ahí dentro y ella lo que tú harás… Quizá le pase por la cabeza un deseo de no haber dejado rastro de sus «vergüenzas» y ser tan obvia. Luego baja la mirada y te cede el paso. Te sonríe como para desearte buena suerte mientras azotas la puerta con una mueca de sonrisa. Es tu turno. (Milagro…) y te vale madres lo que piense ella, o la que seguirá. Terminas y entonces recuerdas las sonrisas tan falsas que discurren entre el papel de baño y el jabón. Sí, quizá el espejo sea el ente más sincero de ese baño… Lo miras de reojo… Te vas, sonriendo para tí, descansada…

Soplando tus velitas

Esa tradición de apagar velitas que con cada año aumentan la amenaza de que no sólo se queme el pastel, tus cejas y pestañas, sino el mantel y hasta la mesa, que más que antigua es amortiguada, resulta más un desengaño ilusorio por la mirada de asombro del niño que gana admiración ante portentoso resoplido. Cuando lo piensas un poco más, quizá pueda simbolizar una aliteración revestida de progreso y posible madurez, aunque no deja de ser el ejercicio pulmonar anual que nos recuerda que todavía estamos vivos; quizá la única respiración conciente de muchos cegatones ante sus propios impulsos… Pero vale la pena.

cake.jpgCada vez me imagino al soplador ante tan personal prueba, y me arranco sonrisas inesperadas. No sé qué será cuando más que velas parezca un cataclismo, y apagarlo de un sólo respiro requiera el apoyo de un extintor y resulte en la prueba de un pastel encerado, pero mientras arranque alguna sonrisa habrá valido la pena; aún cuando te pesen los años por necedad de «crecer».

Y es que crecer no es madurar, y el juego no es sólo de niños, al menos una vez al año vale la pena dejar de pretender un decoro poco favorable para la natural expresión de la dicha en una arruga de sonrisa.

Así que apaga tus velitas, aún cuando sólo sea para satisfacer la infancia de tu hermana y recuerda que sin necesidad de portentosa vergüenza te aplaudo y te felicito por celebrarte vivo, y cuando haga falta, soplaré contigo (evitaré que sean de truco por aquello de la fatiga crónica…).

Y bueno, para tí, un regalo supérfluo… Un puño de sonrisas y una carta llena de abrazos.

Pido un aplauso

Siempre me ando burlando de las tonterías del mundo… Y quizá no sea precisamente alentador saber que en este momento habemos más vivos que muertos; es decir, en este momento en el mundo hay más gente viva que la cantidad de muertos totales de la historia (claro, se trata de un cálculo), pero es aterrador…

Cuando somos tantos, se puede entender que el número de estupideces aumente exponencialmente. Pido un aplauso para las estupideces que hacen mis días un poco más agradables…(aquí en teoría aplaudes, en teoría). También, como somos tantos, también cada vez habemos más gente que nos burlamos de todo (incluso de nosotros mismos todo el tiempo), y yo en este día quiero aplaudirle a un senador estadounidense, por haberse tomado la molestia de burlarse de su población con tanto talento y estilo. Y es que este hombre se tomó la delicadeza de demandar a Dios… Sí, señoras y señores, demandó a Dios. YO también pensé que se trataba de otra gringada más, digna de otra película de miedo, pero no… El hombre, bien fundamentado, lo logró…

sen.jpg

Ernie Chambers, de Nebraska, presentó una demanda judical contra Dios porque ya está harto de las catástrofes en el mundo, de la destrucción y la muerte, así como del terrorismo. Incluso deja claro que al demandado se le conoce por diferentes nombres y designaciones, y si no se presentase a declarar, pide a representantes de religiones que acudan en caso de hablar en su representación. Después de reconocer que lo ha intentado invocar de diferentes maneras, no ha tenido éxito, aún.

En realidad todo se trata de una protesta porque por decisión judicial se prohibió el uso de las palabras «violación» y «víctima» en una demanda de agresión sexual (y este detalle me hizo sonreír). Pide que se someta a Dios a un proceso judicial, no sin antes pedirle que cese en sus «acciones destructivas y amenazas terroríficas».

Con esto, el senador demostró (como muchos ya sabíamos) que cualquiera puede denunciar a cualquiera, incluso a Dios… Y es que claro, como Dios está en todas partes, también lo pueden demandar en cualquier parte…

Yo le otorgo tres aplausos (clap, clap, clap) porque, sinceramente, hace falta gente con un poco de más clase y estilo para presentar una protesta, llamar la atención, y ojalá alguien decide darse cinco minutos con esto antes de demandar a una abeja por sobrevolar el terreno baldío del abuelo, y eludir las esquirlas de su escopeta…

¡Que tengan un excelente día!

dios.jpg

El nuevo Grinch…

grinch.jpg¿Cómo el Grinch se robó la Navidad?

Vendiendo productos navideños desde el mes de agosto en las tiendas…

La Navidad es una festividad que adornamos con lucecitas de colores, muñequitos gringos que bailan y cantan, un arbolote de origen alemán, nos reunimos con la familia que nos cae bien, y en ocasiones con la que no tanto, y entonamos cancioncitas que, gracias a que dura sólo unos días no nos sacan tanto de quicio; hay muérdago en algunas casas, hay grandes cenas, mucho alcohol, y de vez en cuando historias hilarantes de repercusiones navideñas… Pero la gracia de la Navidad es que sólo dura unos días… Si acaso empezamos a adornar a principios de mes de diciembre, y si se nos olvida quitar el árbol, pues lo quitaremos justo pasando reyes, porque luego todo estorba… Y es lo bonito de la Navidad, o era… Duraba lo suficiente como para no agobiarnos… Duraba…

Hoy, quiero profesar mi más sincero agradecimiento por ello, la Navidad comienza, en algunas tiendas, a aparecerse en el mes de agosto… (Costco y Sam’s, por lo menos), después de nuestras fiestas patrias comienza a aparecerse en tiendas departamentales (Palacio de Hierro y Liverpool), y aunque la vendimia se realiza por el momento en espacios bastante aislados y difíciles de encontrar, no deja de estar ahí. Así que… Ve preparando tu casa y tu bolsillo. Hombre por un lado viene bien que el gasto navideño (de adornitos que se acaban rompiendo en la peda), las colas de las fiestas, y las carreras en sus rebajas, se adelanten hasta el verano y que no duela tanto el bolsillo… Pero a mí ya me la estropearon. No es que yo sea una fanática de la Navidad y salga a cantar villancicos a las calles, la haga de María en las posadas, acune al niño dios durante la noche… Pero me gustan los regalos, soy amante de los muñequitos y esas cosas inútiles, pero tiernas; sin embargo yo en lo personal ya no tengo ganas ni de celebrarla, ni de adornar ni nada… ya bastante se adornan las tiendas durante medio año como para todavía suponer que el olor a pino artificial me va a dar cualquiero signo de gusto cuando se esparza por mi casa.

Sí, quizá comenzar a poner arbolito, múerdago, muñequitos, esferas, luces, tapetes, muñecos de nieve, o a la Señora Claus en mi lista de la compra cuando aún no es Halloween, ni muertos, ni la Guadalpana, y aún menos MI cumpleaños… Todo para que el 24 de diciembre salga por la ventana y me divierta ensayando mi tiro al blanco con todo aquel que se acerque a mi puerta, camine por la calle, se detenga junto a mí en el semáforo o se le ocurra cerrarme el paso mientras conduzco… Tendrán un Santa Claus estrellado, un poco de nive artificial, y todo un bote de pino artificial para acompañar el espíritu de las fiestas…

¡Claro que estamos en época de lluvias! En muchos lugares del mundo es cuando es invierno… Pero, estimados, aún es verano, si mal no recuerdo, y faltan al menos tres meses… TRES meses para el tintineo de las campanas sobre campanas… Apenas y dejan vociferar el ¡Viva México! y ya quieren que diga ¡Feliz Mierdanavidad!

El libro que no es

Lamentenen un poco que una profunda indignación se haya apoderado de mí, pero no me culpen por compartir mi berrinche (poco me falta para patalear). No puedo dejar de lado mi necesidad de atención. Yo soy inocente, lo juro. Quizá eso de no confiar en la gente no haya sido tan mala opción, y lo he cumplido; pero nunca, hasta hoy, me preocupó mi ciega confianza en los libros. Hay quien asegura que los libros no se juzgan por su portada, pero nadie habló de confianza. Y es que las historias son reales, sólo que no esperas que te sucedan a tí.

Aún no soy lo que se dice una compradora compulsiva de libros, quizá porque la economía y la falta de trabajo no son una buena combinación. A pesar de ello logré escaparme seis días a Chicago, disfrutar de Lollapalooza (¡¡Iggy!!), y en el tiempo libre que quedó (sumado al dolor de pies, las desgracias del sol, la falta de voz y de cerveza), tomarme el tiempo de recorrer, gracias a un buen conocido, un puñito de las librerías y así llenar la maleta de libros, en lugar de regales y souvenirs (Soy egoísta, si quieren algo de Chicago, pueden ir a darse una vuelta, que no a todos nos gusta lo mismo).

Cuando entras a una librería, con presupuesto y con problemas para elegir cuál de todos no compras, llevas una mano ocupada con el peso de las letras, mientras con la otra activas un mecanismo de selección al tacto, aunque en ocasiones te gana la vista. Los libros no están envueltos con plástico, pero sólo tienes una mano disponible, y no te puedes dar el lujo de dañar un libro nuevo al abrirlo y dejar que la gravedad lo estire demasiado, así que tienes que confiar en que lo que estás viendo es lo que estás comprando. En este caso elegí la primera novela de F. Scott Fitzgerald, This Side of Paradise. Un tesoro propio.

Un mes después le llega la hora y ves el libro por fuera, lees la portada, la contraportada. Lo abres y entonces… Me acordé de Italo Calvino… quizá su novela interminable tenía un ápice de realidad… Te encuentras con otra novela. Se trata de la historia de una joven y novata actriz americana de viaje con su madre por Francia, mientras termina por curar una neumonía, mientras se enamora de un hombre casado y su madre le da el visto bueno para que lo conquiste, en lugar de ser la novela de un chico recién ingresado a la universidad de Princeton y su madre… Te consuelas sabiendo que esta novela, Tender is The Night, es del mismo autor que se sugiere en la portada, pero no se trata de lo que querías.

Todos los libros imprimen en algún lugar su fecha de publicación, menos éste, claro está, y aunque te comunicas con la editorial en cuestión para comentarles tu indignación, te contestan que ninguna de las dos novelas está en su catálogo en el momento, y si estoy segura de que se trata de su editorial (si no estuviera impresa en el lomo de libro, y en sus páginas interiores dudaría de mí misma)… total que ni una ni otra novela… La segunda la leeré, finalmente es el mismo autor, pero, ¿¿y la primera?? Así que si alguien gusta ya saben qué libro me hace falta para calmar mis ansias (en inglés por favor)… Es Fitzgerald…

Fitz

El año que trafiqué con mujeres

«Había tenido que vivir un viaje atroz desde Nigeria para llegar a Europa en busca de una vida mejor, y sólo se había encontrado convertida en un títere sexual de los civilizados hombres blancos.»

Yo no puedo hablar de su validez o invalidez en cuanto a datos duros, específicos, o no. Puedo alentar a su lectura, su revisión, y por supuesto a su reflexión. Finalmente la obra es una investigación sobre el mundo de la prostitución en España, las mafias de mujeres, de ilegales, de explotación, y las relaciones comerciales que se crean para sostener tan invisile sub-mundo. No estoy aquí para defender a un autor, y menos para recalcar que quienes tanto se quejan de las investigaciones, que a nombre de Antonio Salas un periodista español ha realizado, (Diario de un Skin y El año que trafiqué con mujeres), pero sí resulta interesante que quienes se quejan son miembros de ambos bandos, o por lo menos ideológicamente se encuentran en caminos certeros…

Yo no conozco el mundo de la prostitución, y menos el de España, pero por algún extraño motivo no me sorprende leer las incongruencias ideológicas que se presentan, así como las aberraciones legales que excusan la explotación de las mujeres… No soy una feminista, tampoco una machista, pero los mercados funcionan por oferta y demanda…portada.jpg

Insisto en la recomendación… No porque esta investigación no incluye directamente a México, sino porque hay aspectos que negamos conocer… Hay posiciones que tomamos sin darnos cuenta, y finalmente caemos en el mismo juego de negación, de no querer ver, y de juzgar sin darnos la oportunidad… A mí no es que me haya cambiado la perspectiva, pero sí hay una diferencia entre ejercer un «oficio» como la prostitución por elección realmente propia, o como la «última opción para salir de la pobreza, no morir de hambre, y ayudar a mi familia» a costa de un sacrificio en todos los sentidos, mientras que la sociedad se hace de la vista gorda… Quizá haya yo haya perdido la capacidad de sorpresa, pero no el juicio en todos sus aspectos.

No estoy aquí para decir que está bien o mal hecha la investigación, que si los datos duros que aporta son válidos, o que los que se dejan a la deriva son válidos… Finalmente creo que la investigación tenía un camino, y se ha logrado hasta cierto punto, porque insisto, no es lo mismo hacerlo por libertad propia, que hacerlo por obligación. Y sí es verdad, si tanto nos gusta la prostitución, y que haya mujeres (y hombres) dispuestos a hacerlo, no deberíamos de molestarnos si nuestras madres, hermanas o hijas también lo hicieran…