Sonámbulo

Un espejo y un par de tijeras. Así sin más. Un mechón de pelo, dos brazos y lo que queda de un jabón oxidado. Una sombra y el cáliz del tiempo que no fue, que no es. Una manecilla que apunta al solsticio de la cordura. Los pasos se alargan mientras oscurece el tempranillo amanacer de un día cualquiera. Despacio. No hay prisas. El suspiro de la entrega a una imagen que refleja un espejo vacío, desconocido, insondable… Entre las manos de un pordiosero se fue la última esperanza de una hogaza ezquizoide. La tubería da señales de un vecino incontinente y el elevador clama por un ocupante desvelado. Ya no hay noche, se esfuman las estrellas y las tijeras siguen en el msmo lugar. El sonámbulo vuelve a mirar para reconocer que su misma respiración es la vejez de un cigarro olvidado. Un suspiro. Y todo vuelve a empezar…

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