Nadie es profeta en su tierra (I)

Pocas frases se vuelven tan exactas en momentos tan específicos. Y es que siempre hablamos de nuestra casa, de nuestra tierra, de nuestros lugares, pero no es hasta que te enfrentas con conocedores, o te depliegas en un papel de guía turística que hasta escondes lo que se supone que sabes porque no logras condecorar un orgullo que descubres malgastado. Hay mucho que ver en una ciudad como la Ciudad de México, y muchas veces te das cuenta cuando un extranjero te cuenta de sus andanzas, o te enseña sus descubrimientos, df100zc.jpgporque a fuerza de costumbre uno cierra los ojos. Bien dicen que ciego no es el que no ve, si no el que no quiere ver. Llevo apenas una semana entre familia y «dar la vuelta», y he terminado por llevar a mi prima que hace quince años no veía a caminar por calles conocidas, a vagar sin rumbo, a compromisos insondables, y quizá lo único mío que le enseñé es el viejo bar donde voy por mi calimocho por lo menos de vez en cuando, y las quesadillas de Elizondo (que prometo llevarla a las quekas de Lomas Verdes, y quizá a la barbacoa «Los Tres Reyes»). Vamos, que una ciudad también depende de cómo la vivas… Y sí, a mí me encanta la Ciudad de México, y a pesar de todos los puntos no favorables que carga en su conciencia, no deja de ser bonita, sólo hace falta observarla un poco… Quizá nos sorprendan los cambios reales que ha tenido en los últimos años, cuando alguien menciona qué le gusta, y te des cuenta que tiene rato que no te fijabas… Esos cambios cotidianos son dignos de contemplación, pero no es sino en retrospectiva y porque un comentario te obliga a quitarte la venda de los ojos, que vas descubriendo algo un tanto más grande. Nadie es profeta en su tierra, aún cuando lo poco que puedas comentar resulta emocionante para aquél que desconoce viejos parajes, y aún cuando puedas hacer labor de bufón, te quedas con el gusanito de otros lugares (aunque no sean museos o ruinas) que sean tuyos… Mostrar tu ciudad. Yo me he encontrado bastante perdida, al darme cuenta que pocos lugares de esta ciudad los he hecho míos, y pocos puedo compartirlos, porque entre tanto ir y venir y tanta costumbre, que he perdido esos lugares tan particulares que uno va volviendo propios… Me falta retomar muchas cosas, y quizá volver a encontrar esos huequitos…

Un comentario en “Nadie es profeta en su tierra (I)

  1. Un buen relato. En la Ciudad hay muchos lugares, imposible conocerlos a todos. Me llama la atención ¿donde están las quesadillas de Elizondo? ¿cuales son las kekas de Lomas Verdes? Comparte y tal vez con el tiempo se vuelvan lugares a visitar en el D.F. Saludos…

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