Saramago observando su pensamiento desde una pared.
Recuerdos de un teléfono descompuesto.
La nota que acomoda la noche en un sólo momento.
El respiro de volver al mismo sitio y que todo sea como verlo por primera vez.
La desazón de estar viendo tu pensamiento como ese Saramago y no sabe qué hacer con ello.
Volver al mismo sitio, con la misma gente pero en otro tiempo es como ser el observador de un extraño teatro. Estás dentro pero te sientes en tu propia burbuja. Así sin más te proporcionas un espacio sin más que tu propia luz, como si todo fuese un cuadro que está lejos, que pintaste pero que ha dejado de ser tuyo y que alguien valuó y que no tienes idea que en realidad tiene ya un precio. Se extraño de tu propia realidad, pero no por no tener un sitio, o por no ser bienvenido, todo lo contrario.