Hablar de la Edad Media es como hablar de otro mundo, de una historia casi fantástica, por lo que en ocasiones se nos olvidan algunas costumbres o expresiones que heredamos de aquellas épocas. Pero nunca es tarde para recordarlo, y por eso hoy quiero hacer un breve recuento de algunas cuantas curiosidades. Hay que recordar que en el medievo no existían los cepillos de dientes, perfumes, desodorantes ni el papel higiénico (de la historia de las tazas del baño hablaremos en otra ocasión), por lo que las heces humanas se tiraban por las ventanas de los castillos y las casas. Al hacer esto, como no solían asomarse para ver si había alguien caminando debajo, nace la frase «Agua va», que en México aún usamos a modo de «¡Aguas!».
Toda la grandeza y suntuosidad de los palacios y del vestuario en general tiene explicaciones más allá del poderío o de la moda, sino de una lucha por la supervivencia y la tolerancia. El Palacio de Versalles nos sirve de perfecto ejemplo, ya que este palacio de París no cuenta con un sólo baño (es en serio), y nos sorprenden sus enormes y hermosos jardines que en la época eran más usados que contemplados, ya que se usaban como retretes en las fiestas promovidas por la realeza (…). Es verdad que durante las fiestas había sirvientes que se dedicaban a abanicar a los invitados, pero más que por el calor era por el hedor. Estamos hablando de una sociedad que no acostumbraba a bañarse nada seguido,(de hecho durante los meses de invierno no se bañaban por la falta de calefacción y agua corriente) por lo que el hedor que exhalaban de debajo de sus ropas (los cuales eran diseñados con telas gruesas y largas con el propósito de retener estos olores), y los abanicos ayudaban a, digamos que disimular, este insignificante malestar. No podemos olvidar que la mayoría de las bodas se realizaban entre mayo y junio, al comienzo del verano, esto porque el primer baño se hacía en mayo y el olor de las personas aún era tolerable para junio. Pero, como ya había indicios de hediondos aires, las novias llevaban ramos de flores para disfrazarlo, y de ahí nace la tradición del ramo de novia.
Esto de la limpieza es algo que en Europa tardó mucho en aprenderse, eran escuetos y de cualidades paticulares, ya que en muchos lugares se hacían en una tina llena de agua caliente para toda la familia. Primero entraba el jefe de familia, luego los otros hombres de la casa por edad y después las mujeres. Los últimos eran los niños y los bebés los últimos. Lógico que hubiera tanta mortalidad infantil, si cuando les tocaba el baño el agua ya no era más que lodo, pero de aquella no se «sabía» de bacterias.
Hay una expresión inglesa, Llueven perros y gatos, que tiene su origen en la edad media, porque los techos de las casas no tenían bajo tejado, y en las vigas se criaban animales (gatos, perros, ratas, aves, y demás) por lo que cuando llovía las goteras hacían que estos animales bajaran…
Ahora a los difuntos… Los más ricos tenían vajillas de estaño, el cual al oxidarse resulta venenoso. Los tomates, por ejemplo, facilitaban la oxidación del material, pero como no se sabía se consideraba que lo que era malo eran los tomates. Con los vasos era lo mismo, porque la cerveza y el vino también lo oxidaban y la gente entraba en un estado de narcolepsia por lo mismo. Como hubo casos de tumbas desenterradas en las que había evidencia de que los muertos habían sido enterrados vivos (por estar catatónicos), los «muertos» se ponían en la mesa de la cocina durante algunos días, por si acaso despertaba, y de ahí nace nuestra costumbre de velar junto al cadáver. También nació la costumbre, por lo mismo, de atar el extremo de un cordel a la muñeca de la persona a enterrar, y pasar el cordel por un agujero del ferétro y conectarlo a una campana, para que en caso de que despertara pudiera avisar que estaba vivo bajo la tierra. De ahí nace la expresión «Salvado por la campana»…
Saludos!
Girasol Demente
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