Estoy convencida que leer es hacer que nos pasen cosas, poder contar lo que leímos como si fuera una experiencia personal, una vivencia real, y porque nos urge meternos en problemas. Pocas veces me enfrasco en una lectura donde intento por todos los medios advertir al personaje que no vaya por ahí, que no haga eso, que no tome esa decisión, que cambie, que se de un aire… Y todo para que la sorpresa se abra paso y nos carcoma, porque nosotros tampoco prestamos atención a todos los avisos que ya existían sobre ese desenlace.
Antonio Gala es famoso no sólo por sus obras literarias, sino por sus gustos, su vida, y su forma de ser, y para todo hay gustos. Pero definitivamente su fuerza narrativa es la que sobresale. La Pasión Turca (1993) quizá se haya transformado a mis ojos en más que la narración de una pasión. Se trata de la narración de la vida de Desi, una mujer de Huesca, que se apasiona con un turco, Yamam, y abandona todo por irse a vivir a Estambul… Todo a través de unos supuestos cuadernos/diario que Desi deja, y que han caído en manos del editor (Gala)… Pocas veces se puede decir que un hombre pueda describir los pensamientos de una mujer, así como pocas veces una mujer lo logra con un hombre. Pero Antonio Gala, hace precisamente gala de narrar a una mujer en primera persona y golpear con tanta fuerza que la distinción se vuelve ilusoria, hasta denotar cosas que no sabías que sabías.
Todo comienza con lo que parecen convencionalismos feministas de la época frases como “Es curioso que, así como la maternidad enlaza a cada hembra con todas las demás, porque significa la solidaridad de la especie…, la paternidad es lo que individualiza al hombre, no sólo frente al resto de los machos de la zoología, sino frente al resto de los hombres. Nosotras, al ser madres, somos más animales; el hombre, al ser padre, es más humano.” Además de la siempre presenta crítica social “…la repartición de bienes originó la propiedad privada; la moralidad y el respeto a la familia originaron la prostitución; el nuevo orden machista originó la desigualdad y el desorden; la búsqueda de la fraternidad originó toda clase de diferencias; el establecimiento del derecho dio origen a las jerarquías; las religiones, a la culpa y a las penitencias; nuestra necesidades amorosas y el mantenimiento de la prole originaron el culto a la paternidad… A eso se llama salir el tiro por la culata.”
Más por su fuerza y su constante reflexión sobre la vida, el pasado, el amor, los convencionalismos y las normas sociales, la novela se torna un laberinto de pensamientos personales que dejan entrever una pasión y una autocrítica, en la que Desi, tras aborrecer los convencionalismos de su vida, su matrimonio como todos, sus deseos insatisfechos de tener hijos, se deja llevar por una pasión que decide llevar al límite, hasta abandonarse a sí misma, porque está convencida que esa pasión será lo que la defina y lo que la redima como ser humano. Es entonces cuando el discurso feminista se convierte en la interrogante, porque tanto defender esa igualdad, para después dejarla a un lado para entregarse en cuerpo, alma y pensamiento sin importar las consecuencias, circunstancias y los motivos.
La novela se convierte, en sí misma, en una explicación de la situación de tantas mujeres, de tantos arrebatos, que te provoca no poder juzgarla, sino querer ayudarla, pero a la vez entenderla, apoyarla, y luego volver a criticarla… Desi, es, por mucho, uno de los personajes más entrañables que he conocido, que más me ha desesperado, que más he querido, que más he apoyado, y que tanto he querido ayudar, salvar, proteger… Todo para entender al final, que de nadie dependen las decisiones personales de nadie, y que finalmente se trata de que cada quien haga con su vida lo que más le parezca, lo que más le acomode. Pero cuesta trabajo dejar ir… Incluso a un personaje de novela. Para Desi, su pasion turca era “un compromiso de mi [su] totalidad”.
También en la novela hay un constante tira y afloja entre quién es amante y quién es amado, de las razones del corazón, de las razones de la razón, y de las circunstancias del amor:
Si nadie garantiza que un amor permanezca, ¿quién garantiza que un amor se acabará?
Tendría quizá que consolarme la idea de que cualquier amor se siente a solas, cada uno por su parte; es la pasión lo que necesita dos bocas y dos sexos…
En realidad, el corazón, si no está deformado, no se equivoca nunca. Qué difícil es hacer algo que vaya contra la Naturaleza; lo menos natural es la omisión. Contra ella no van ni las mayores locuras que se hacen por amor, ni siquiera el suicidio.
Cuando un amante no obtiene la respuesta que anhela es que carece de la fuerza necesaria para provocar su reflejo en el otro. Es que el otro le es ajeno.
En pocas palabras, no es una novela convencional, no es una historia de amor como todas, ni una situación desprevenida. Se trata de la propia visión personal de una vida turbulenta y llena de incógnitas que por sí misma se redime, se perdona, y se justifica. Más que de amor, se habla de pasión, y de los límites de dos culturas, así como la definición de sí mismas. Quizá para algunos un tanto pornográfica, pero a la vez tan humana y palpable que sigue siendo real, tangible y vigente.