Yo también puedo ser Pollock

Para mi el arte es como las matemáticas, justo cuando estoy convencida de haber entendido su uso práctico mas allá de la tarea y la calificación ¡Eureka!, llego al examen y no solo no le veo ni pies ni cabeza, sino que la calificación resulta reprobatoria. El último curso que tomé fue calculo derivativo, más por curiosidad que por necesidad, y aunque no necesitaba el crédito para graduarme, hice todo lo posible para pasar la materia con un poco mas de 7. No lo volví a intentar hasta tomar probabilidad y estadística, y aunque me fue de diez no puedo comparar una cosa con la otra, excepto por el hecho de que no podía aplicar a libre albedrío una de aquellas fórmulas para resolver siquiera el misterio de la pantera rosa…

Muchos ligan el arte con las matemáticas, Dalí tuvo su época, y no por una geometría como en el caso de los cubistas, como Picasso, o de los teóricos del arte, como Kandinsky. Dalí aplicó formas y teoremas a su arte, sólo hace falta verlo desde esa perspectiva. Él quizá entendió algo y decidió aplicarlo al arte. Derrida, en cambio, parece que no era tan amante de las matemáticas en su arte, sino más de encontrar una explicación al asombro de la sociedad ante lo cotidiano, fuera de contexto. Claro que poner un mingitorio de cabeza y llamarlo “Bebedero” no me dará fama ante la “Fuente” que él ya hizo. No importan los motivos que le dé, a menos que los críticos laureados lo califiquen distinto. Pero Escher, esa es otra historia, otro genio que extraño.

Tomé un curso básico de historia del arte. Hasta entonces el arte moderno y abstracto me parecía algo más divertido que ingenioso. Acabando l curso yo creía entenderlo todo, los motivos y el valor de la obra de Pollock, pero aún me encuentro ante la misma encrucijada. Entiendo el propósito de enumerar y no nombrar su obra para evitar la expectativa de algo en específico por parte de la gente, y hacerlo ver el arte por el arte, el color por el color, y que cada uno interpretara por sentimientos. Pero a ojo de que nada abe, son solo rayones de pintura aventado sin sentido, cuando podían podían haber creado una escena como las de El Greco. Claro que no es lo mismo en cuanto al propósito, el ideal, o la finalidad de cada obra en su propio tiempo y espacio. Es sólo que el título de artista que otorga el tribunal supremo del arte depende de un punto de vista que escapa a mi comprensión. Visto desde donde se explica la obra de Pollock, yo también puedo ser uno, hacer uno, aunque la crítica no lo vea como tal. Y nada tiene que ver con la reproducción en masa del arte, o del arte por números, sino “de plasmar un sentimiento que refleja mi estadío en la sociedad”.

Un paradigma.

Pero con todo, quizá yo podría ser una Einstein, si practicara y hallara la aplicación a las matemáticas, lo cual no deja de admirarme, aunque no lo entienda. Yo lo hice. Las llamo “A”, y “B” (porque ponerles números sería copiarle a Pollock). Yo quería poner colores, me la pasé genial al hacerlo. Quizá llegue a la Z…

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